lunes, 12 de agosto de 2013

Siento que no soy suficiente para nadie, y eso me baja muchísimo el autoestima. Me hace odiarme, querer cambiar como soy, porque nadie me acepta de la forma que realmente soy. Todo me hace querer encerrarme en un cuarto y no salir nunca de ahí, querer alejarme de todos porque a nadie le alcanza con nada, todos quieren más de lo que podes dar, nadie te quiere de verdad hasta que se dan cuenta que realmente te perdieron. 
Lo peor de todo, la desconfianza. Esa desconfianza que una vez que la perdiste, nunca vuelve a ser igual. Vuelve a haber, pero no igual que antes. Piensan que sólo ellos pueden cometer errores, cuando haces algo bueno para ellos, no lo ven; cuando haces algo malo, sin querer, se alejan. Y lo hacen. Muchos. Muchos otros se quedan, porque de verdad te quieren, y te dan una oportunidad más. 
Oportunidades. Oportunidades que no se aprovechan, que no las vemos, que pasan y las perdemos, para siempre. Que te pueden cambiar la vida, para bien o para mal. Sólo te cambian la vida. Que las encontramos cuando ya pasaron, y no hay chances de recuperarlas. Y así con muchas cosas; nos damos cuenta que estuvieron ahí cuando ya se fueron. Y después te queres matar porque, por ahí, perdiste la oportunidad de tu vida. De conocer a alguien, de evitar que alguien se vaya, de saber cuál va a ser el último beso o abrazo, mirada, tacto, de poder aprovechar esa oportunidad.
Ese último momento que no sabes que va a ser el último hasta que pasa algo que te hace razonar. Algo que hace clic y cambia; tal vez otra oportunidad de cambiar lo que creemos que está mal, tal vez otra oportunidad para empezar algo nuevo, mejor.
Estoy en el medio de un lugar desconocido, que no tiene caminos, y no sé para dónde caminar, porque estoy sola y nadie me ayuda a decidir para ver un camino juntos. Estoy en el medio del mar y no veo ninguna isla donde poder quedarme hasta que alguien me salve. Estoy en el medio de la Amazonas sabiendo que corro peligro sin que alguien me saque de ahí. Estoy en la punta de la montaña, donde puedo morir de frío sin un abrazo que me consuele. Estoy en el medio de la nada, sin nadie, sola, esperando que venga alguien y me ayude, con un abrazo. Lo único que tengo es un libro, y una lapicera, donde sé que me puedo descargar contando todo lo que me falta, lo que ya no tengo.
Ese abrazo. Donde te sentís en tu casa, donde sentís que te queres quedar para siempre, que te llena el corazón de alegría, donde sabes que es donde tenes que estar en ese momento. Donde sentís que los dos corazones se tocan, y nunca más se van a poder separar, sentís esa fuerza que los une, esa felicidad incomparable. 
Mi camino no sé cuál es; estoy esperando, sentada, que alguien me agarre de la mano y empecemos a caminar juntos, y nunca parar, nunca cansarnos de caminar juntos. Estoy esperando saber a dónde voy, para qué, con quién y cómo va a ser allá. Hay que esperar, lo sé, pero quiero empezar de nuevo, porque una historia ya se terminó, la otra persona se alejó, y me dejó sola.
Estoy sola.